Les raons de la ignorància deliberada.




Según la mitología griega, Apolo concedió a Casandra el poder de prever el futuro. Pero al fallar su intento de seducirla la condenó a la maldición de que sus profecías no fueran creídas por nadie. Casandra vio venir la guerra de Troya, la muerte de su padre, la hora de su propia muerte y el nombre de su asesino. Ver cómo se aproximaban estos futuros horrores  era una fuente de dolor insufrible y lamentaba su terrible conocimiento solitario.

Gran parte de nuestra psicología y filosofía se basa en atribuir un valor positivo al conocimiento y a predecir el futuro: Aristóteles dice en la Metafísica: “Todos los hombres desean por naturaleza saber”. La ignorancia, por tanto, se presenta como un estado indeseable de la mente y se supone que nadie quiere continuar en la ignorancia de forma voluntaria. 

Aunque todo esto es cierto, también lo es que a veces la gente no quiere saber y que no querer saber forma parte también de nuestra psicología. Por ejemplo, 10% de los adultos canadienses con historia familiar de enfermedad de Huntington prefieren no realizar el test para saber si van a desarrollar la enfermedad. 20% de los adultos de Malawi en riesgo de desarrollar enfermedad por el VIH prefieren no conocer los resultados. Este fenómeno es el que han estudiado Gerd Gigerenzer y Rocío García-Retamero, de la Universidad de Granada, en un artículo reciente. 

Pablo Malo, La Psicología de no querer saber, Evolución y Neurociencias 04/03/2017

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