La nostra ceguesa mental.



… el fenómeno de la transparencia de lo mental consiste en que el cerebro no nos hace ser conscientes de sus propios procesos (en particular, los procesos perceptivos), ni del resultado de esos procesos como un estado cerebral, sino que nos hace verlos como si fueran la realidad misma. (…) el contenido de nuestra percepción no son los objetos mismos que envían desde el exterior de nuestro organismo los estímulos que luego el cerebro procesa, sino representaciones construidas por múltiples subsistemas cerebrales. Pero la impresión que no da es que esas representaciones no son tales, sino que son la mismísima realidad. Esta impresión es biológicamente útil, pues nos hace dedicar nuestra atención a las cosas mismas, y no perder demasiado tiempo teniendo que hacer inferencias conscientes a partir de lo que “notan nuestros sentidos” para llegar a lo que “realmente está ahí fuera”. No quiere esto decir que no haya tales inferencias, sino que nuestro cerebro las realiza sin necesidad de que les prestemos atención.
Esta ceguera de nuestra consciencia respecto a la mayor parte de los procesos mentales que el cerebro lleva a cabo, y la aparición casi mágica del resultado de prácticamente todos esos procesos como si no formasen parte de nuestro cerebro son, creo, la fuente principal de nuestra sensación de que “pensar”, “ser consciente”, es algo que está intrínsecamente separado de cualquier tipo de proceso físico, es decir, el principal motivo de que, como decía descartes, podamos imaginarnos como seres-pensantes-pero-incorpóreos. Efectivamente, no solo podemos imaginarnos así, sino que estamos programados para tender a imaginarnos así. Pero eso solo significa que nuestra imaginación es bastante limitada cuando se trata de visualizar el funcionamiento de nuestra mente. No implica, en absoluto, que en realidad seamos algo así como un ser espiritual. (37-38)

Jesús Zamora Bonilla, En busca del yo. Una filosofía del cerebro, EMSE EDAPP, S.L. 2018
 

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