Batman i la justícia.

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Lo que distingue a los superhéroes de las figuras reales es que no se limitan a defendernos de una amenaza inminente, sino que tratan de participar activamente en la detención de los criminales –incluso cuando sus fechorías aún no hayan sido cometidas o ni siquiera ideadas–. Podemos ver la Gotham City de Batman como un insospechado retrato de la parcialidad de los tribunales de justicia actuales, muchas veces en triste comadreo con la fuerza gobernante. Y es que, como recuerda Nietzsche en numerosas obras, no por seguir la moral vigente se actúa de hecho moralmente.
Tal es el problema fundamental ante el que se sitúan aquellos ciudadanos que, no contentos con el funcionamiento de las autoridades judiciales, demandan una revisión de los métodos en que la propia Justicia es llevada a efecto en los distintos tribunales, denunciando sus métodos por hallarse teñidos de parcialidad política –y acaso económica–.
Un caso muy parecido encontramos en Batman: sus acciones, aunque en ocasiones se vean refrendadas por las autoridades policiales, quedan las más de las veces sin autorización oficial. En cierto sentido, Batman se toma “la justicia por su mano”. Ahora bien, el quebrantamiento de las leyes por parte del Caballero Oscuro se hace en nombre no ya de una justicia particular, sino de la Justicia como ideal (o lo que él entiende por tal), persiguiendo a los delincuentes que coartan la libertad de decisión de las distintas autoridades civiles.
En una de sus aventuras, Superman, muy al contrario de Batman, se hace agente secreto del gobierno en una suerte de giro kantiano. Y aquí entra en tenso debate con el murciélago, que achaca al superhombre haberse dejado comprar. A este respecto Batman sostiene un discurso realmente interesante, que nos saca de dudas en lo tocante a la cuestión de si los cómics encierran un auténtico contenido cultural: “Tú siempre dices que sí, a quien veas con una insignia o con una bandera… Nos has vendido, Clark. Les has dado el poder que debería haber sido nuestro. Justo lo que te habían enseñado tus padres. Mis padres me enseñaron otra lección: tirados en esta calle, agitados por la brutal conmoción… muriendo por nada… me enseñaron que el mundo sólo tiene sentido cuando lo obligas” (en The Dark Knight Returns, Libro 3).
De igual modo que para Nietzsche, la existencia de una bandera o una insignia no resultan condición suficiente (ni siquiera necesaria) para la aparición de la justicia: las leyes podrían ser injustas y los políticos corruptos… o, como sucede en la actualidad (quizá siempre desde que existe el poder establecido), los tribunales de justicia pueden estar politizados, actuando de manera parcial e interesada. Batman se pregunta por qué ha de permitirse que las estructuras sociales establecidas, aun actuando baja capa de la buena intención, han de suponer un estorbo para la consecución de lo justo. Así, como Rorschach afirma antes de morir a manos del Doctor Manhattan en Watchmen (Capítulo XII): “Acuerdos, nunca… El mal debe ser castigado”.

Carlos Javier González Serrano, Justicia, sociedad y política: Nietzsche, Sartre, Aristóteles ... y Batman, El vuelo de la lechuza 18/1072016


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