El miracle de la revolta (Simone Weil).


by Mrzyk Moriceau

Sin embargo, hay momentos en los que no es así. En ciertos momentos de la historia, un gran soplo pasa sobre las masas; su respiración, sus palabras, sus movimientos se confunden. Entonces nada se les resiste. Los poderosos conocen, a su vez, por fin, lo que es sentirse solo y desarmado; y tiemblan. Tácito, en algunas páginas inmortales que describen una sedición militar, supo analizar perfectamente la situación. “El signo principal de que era un movimiento profundo, imposible de aplacar, es que no estaban diseminados ni manejados por otros, sino que juntos se enardecían, juntos se callaban, con tal unanimidad y tal firmeza que parecía que actuaban a las órdenes de alguien”. Nosotros hemos asistido a un milagro de ese género en junio de 1936[1], y la impresión no se ha borrado todavía.

Esos momentos no perduran, aunque los desdichados deseen ardientemente verlos durar para siempre. No pueden durar, porque esa unanimidad que se produce en el fuego de una emoción viva y general  no es compatible con ninguna acción metódica. Tiene siempre por efecto suspender cualquier acción y detener el curso cotidiano de la vida. Ese tiempo de parada no puede prolongarse; el curso de la vida cotidiana debe seguir, las tareas de cada día tienen que llevarse a cabo. La masa se disuelve de nuevo en individuos, el recuerdo de la victoria se difumina; la situación primitiva, o una situación equivalente, se restablece poco a poco y, aunque en el intervalo los amos hayan podido cambiar, siempre son los mismos los que obedecen.

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Los poderosos no tienen ningún interés más vital que impedir esta cristalización de las multitudes sometidas, o, al menos, pues no siempre pueden impedirla, hacerla tan poco frecuente como sea posible. Que una misma emoción agite al mismo tiempo a un gran número de desdichados es algo que sucede muy a menudo por el curso natural de las cosas; pero de ordinario esa emoción, apenas despertada, es reprimida por el sentimiento de una impotencia irremediable. Alimentar ese sentimiento de impotencia es el primer artículo de una política hábil por parte de los amos.

Simone Weil, Meditación sobre la obediencia y la libertad, Escritos históricos y políticos, Editorial Trotta, Madrid 2007



[1]  Se ha de referir a las grandes huelgas metalúrgicas que tuvieron lugar en Francia bajo el gobierno del Frente Popular; en el volumen de origen se recogen varias crónicas y evaluaciones de Weil sobre aquellos hechos.

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