Les pantalles, el nou dispositiu de colonització.


La unión de los mapas y la colonización tiene una larga historia que nos remonta a la cultura material de la modernidad (mucho más allá, claro, pero por el momento solamente me interesa este punto de inflexión). Es sabido que la modernidad barroca comienza con la gran metáfora, de hecho el gran modelo, del libro: el libro de la naturaleza, de Galileo. Que el libro sea un modelo del mundo, es decir, que el mundo sea un libro de sí mismo fue una idea poderosa. Ordenó el comienzo de la ciencia: la naturaleza puede ser estudiada porque ella misma es un compendio de signos que nos llevan a otros signos en una continuidad interminable. Así nació la ciencia y sus teorías como mapas de la realidad. La Biblia deja paso al Atlas como nuevo artefacto de representación. Por ejemplo, los atlas de anatomía que relacionan el levantamiento de las múltiples capas del cuerpo con su imagen dibujada. Los atlas fueron el principal artefacto militar de la modernidad. La lucha por el territorio comenzaba con la lucha por el mapa, como escenifica el Tratado de Tordesillas entre los imperios portugués y español. ´

No se ha notado suficientemente que también el sujeto (al fin de los dioses, sostiene Charles Taylor le sucede el origen del sujeto moderno) es también un libro de libros. Don Quijote es, sin lugar a dudas, la gran obra que inaugura la teoría moderna del sujeto, que vive entre el mundo y la representación porque su conciencia se ha constituido como biblioteca. En fin, mapas y libros se organizan en la modernidad en un entredós entre la realidad y la representación, o entre la representación y la realidad para dar cuenta de la nueva metafísica. Aunque Heidegger identificó la modernidad con la conversión del mundo en imagen es mucho más exacto pensar que fue su conversión en libro lo que inaugura un nuevo contexto cultural.

(...) ¿qué ocurre con la invención de las pantallas? No ya de la digitalización (que, al fin y al cabo es una suerte de transformación de la energía que nace de los circuitos y los transistores) sino de la pantalla en sí como un dispositivo que tiene una potencia metafórica tan intensa como el libro. Mil pantallas, decía José Luis Brea, que nos rodean incansablemente, que se convierten no ya en una herramienta sino en lo que el idealismo llamaría una mediación, un entorno que hace posible el contacto con la realidad, del mismo modo que el atlas permitió a navegantes, colonizadores, médicos y políticos conquistar el mundo moderno.

Que la pantalla sea el nuevo dispositivo de colonización es, estoy convencido, una idea poderosa que debemos investigar en todas sus múltiples conexiones. Más allá de su "moralización", como ocurre con los aburridos discursos del "homo videns" y cosas parecidas. Si la gran metáfora de lo social-moderno está inscrita en el grabado que presenta el Leviathan de Hobbes: un mapa de la multitud, la pantalla, que permite extraer información oculta, es ahora la nueva fuente para nuevas maneras de filosofía política. Abelardo G. Fournier (ver la instalación/ proyecto La colonización interior) muestra, usando algoritmos google, cómo la imagen puede ser tratada en estadísticas que permiten ver lo oculto: algoritmos sobre palabras, cuando digitalizamos un libro o cuando escribimos en internet, algoritmos sobre formas y tamaño del territorio, que permiten la exploración de los recursos minerales o energéticos, algoritmos sobre casas y cosas, que permiten las nuevas formas de guerra. La pantalla es, al final, la trama de la que están hechas nuestras identidades, cada vez más en los bordes, entre la colonización y la frontera donde nuestras espaldas mojadas tratan de escapar a los dispositivos de control.

Fernando Broncano, Colonizaciones interiores, El laberinto de la identidad 10/01/2016

vegeu més http://abelardogfournier.org/projects/inner-colonization--la-colonizacin-interior

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