Adolescència i violència de gènere.

El control, la posesión y la violencia arraigan en las parejas de adolescentes
by Getty
Revisar el móvil del otro, decirle con quién puede hablar, controlar lo que hace ... hasta llegar también a la agresión física. La violencia se ha instalado en las relaciones de parejas de los más jóvenes, en la franja de los 14 a los 19 años, según el estudio presentado ayer por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud. Bajo el título ¿Fuerte como papá?¿Sensible como mamá? se analizan las identidades de género de los más jóvenes. La conclusión: la igualdad avanza lentamente, los estereotipos siguen pesando demasiado y tienen consecuencias tan negativas como esta laceración de la libertad.

En una encuesta realizada entre 2.514 adolescentes y jóvenes escolarizados, el 80% conoce o ha conocido actos de violencia de género en las parejas de su edad. No sólo uno, sino una media de cinco. "Nos ha llamado la atención este alto porcentaje, un porcentaje que supone una normalización de los comportamientos agresivos hacia la pareja, con actos de control absoluto", indica Elena Rodríguez Sanjulián, coautora de la investigación. De todas maneras, considera que esto no sólo ocurre entre los más jóvenes.

Son mayoritarios y generalizados los actos vinculados la vigilancia, como la revisión del móvil, en que las chicas aparecen como más controladoras. Aunque el estudio subraya que es más frecuente y grave la violencia ejercida por ellos hacia ellas: la intimidación, el control emocional, la violencia física o verbal. Como se observa en el gráfico, de los jóvenes encuestados, el 28,4% conoce algún caso de agresión física de chico a chica, y un 16% a la inversa. Esta articulación de las relaciones de pareja en torno a la posesión y control da lugar a comportamientos agresivos por ambas partes, indica el director general de la FAD, Ignacio Calderón.

Hay que vincular estos datos con el pálpito general del estudio, donde si bien la igualdad avanza lo hace lentamente. Los estereotipos de género siguen arraigados, con una descripción que suena a antigua pero que ahí está al preguntar cómo entienden que ellos y ellas son diferentes según el género. Las cualidades para ellas son "sensibles, tiernas, trabajadoras y preocupadas por la imagen", y para ellos "dinámicos, activos..., superficiales". Los adjetivos que acompañan a las chicas pueden sonar positivos, pero en las conclusiones ya se advierte que esto se utiliza en muchas ocasiones para cargarlas de obligaciones. Es preocupante también, indica Rodríguez Sanjulián, que a ellos se les niegue el componente emocional. O sea, que se mantenga una definición de la masculinidad aún cerrada aunque entre estos y estas jóvenes aparece formalmente una voluntad de cambio. Las chicas apuntan una sensación de "inferioridad" por parte de ellos como respuesta al rol que se espera que desempeñen, que en los casos más graves puede desembocar en violencia machista. Los chicos indican que los estereotipos también son culpa de las "mujeres machistas" y los modelos que reproducen los medios y la publicidad.

El estudio indica que el promedio de edad en la que se tiene la primera pareja es a los 13,7 años y a la hora de preguntar por los conocidos tópicos sobre las relaciones se concluye que un 59,4% (el 67% de ellos, el 52,6% de ellas) considera que los chicos deben proteger a "su chica". Aunque en porcentajes más bajos también se ve "normal" la existencia de celos (un 32%). En cuanto a las relaciones sexuales, el 66% de los varones les da una elevada importancia, frente al 45% de ellas.

En todos los ámbitos estudiados y por los que se ha preguntado se detecta que queda mucho por hacer y que es importante que la sociedad sea consciente de ello. Un 17% de las chicas indica que las diferencias en la adolescencia son "grandes o muy grandes" y esto impacta de forma transversal en los análisis a futuro. Hay coincidencias en señalar que ellas tendrán más dificultades para ocupar puestos de responsabilidad y obtener un buen salario. Asimismo, y aunque son más los y las que piensan que es necesario trabajar fuera de casa para ser independiente, una minoría significativa opina que el trabajo externo empeora la vida familiar. "Me gustaría que un día no se tuviese que hablar de las diferencias de género -señala Calderón-, pero hay que ser conscientes de la situación actual".

El control, la posesión y la violencia arraigan en las parejas de adolescentes, Vida. La Vanguardia, 11/09/2015

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