Pintors que enganyen.

La Grenouillere


Desde los primeros balbuceos del arte, los artistas conocen y explotan las peculiaridades del cerebro y la percepción para “engañar” al espectador, generando sofisticados trucos visuales para simular profundidad, color y forma, según ha recopilado el profesor Luis Martínez.

“Ver no consiste en transmitir pasivamente imágenes sino en procesar información”. Se trata de un proceso creativo para el que utilizamos una máquina con gran capacidad de procesamiento pero extremadamente lento: el cerebro. Para poder procesar la inabarcable cantidad de información que recibe a cada instante, el cerebro “rellena” la información que falta, completando la imagen.

A continuación, algunos ejemplos recopilados por Martínez en su reciente charla ‘Las bases neurológicas de la percepción artística’:

1. La forma

La técnica: Los primeros artistas, que plasmaron en las paredes de las cuevas imágenes de caza ya se dieron cuenta de que basta con dibujar los ‘bordes’ de un objeto para generar una percepción muy vívida de él, explica Martínez.

La explicación: “Esto es posible porque la estructura centro-periferia antagónicos de los campos receptores de las células de la retina, les permite detectar fundamentalmente las zonas de una imagen en las que la luminancia, la cantidad de luz que emiten los objetos, cambia localmente de forma súbita”, explica el profesor. Eso explica que el cerebro detecte la silueta de una mujer a partir de cuatro trazos, ‘rellenando’ el resto con nuestro conocimiento (los afortunados) del cuerpo de una mujer.


El ejemplo es una adaptación de un dibujo de Picasso.

2. El color

La técnica: “A partir del Renacimiento algunos pintores descubrieron que al colocar colores de alta luminancia, que reflejan una gran cantidad de fotones, como el amarillo, junto a otros de baja luminancia, como el azul, se general zonas de alto contraste que transmiten la sensación de que las segundas se encuentran más lejos en la escena visual”. Ese fue el ‘truco’ que utilizó Claude Monet en Impresión al amanecer, el cuadro fundacional del impresionismo.

La explicación: “Color y luminancia pueden separarse artificialmente en un lienzo porque se procesan de forma separada en nuestro cerebro”, razona Martínez, profesor del Laboratorio de Neurociencias Visuales del SCIC. En el cuadro de Monet, “el sol es equiluminante con el fondo; es decir, solo lo “ve” la vía ventral sensible al color. La vía dorsal no lo ve y nuestro sistema visual comete errores al intentar establecer de forma precisa su posición, haciendo que parezca centellear en el cielo”.



Para demostrar la luminancia equivalente entre el naranja del sol y el azul del cielo, la doctora Margaret Livingstone eliminó el color del cuadro, haciendo desaparecer el sol (The Biology of Seeing).

3. La profundidad

La técnica: La explicación de la ambigua sonrisa de La Gioconda se explica por el avanzado conocimiento que Leonardo tenía de la física del ojo, según Margaret Livingstone. El genio italiano desarrolló el sfumatto, que provocaba la debilitación casi total de los contornos.

La explicación: “Cuando miras a los ojos o al fondo percibes una sonrisa, pero cuando miras a la boca la sonrisa parece desaparecer”, explica Livingstone. “Esto se debe a que las células alfa (periféricas en la retina) no aprecian bien el detalle. No así las células beta (en el centro de la misma) que sí aprecian el detalle”, remacha Martínez.


Extraído de Vision and Art: The Biology of Seeing’ de Margare Livingstone.

4. La perspectiva

“No hay tal cosa como la perspectiva”, afirmó Luis Martínez durante su conferencia: “Nuestros ojos reciben dos imágenes planas, como dos fotografías, y el cerebro infiere el volumen”.

La técnica: Una vez más, Monet y los impresionistas, y de nuevo gracias al uso inteligente de la luz logran “el mayor salto cualitativo” en la apariencia de perspectiva, según Martínez. “El suficiente el contraste en luminancia, independientemente del color con que se pintan los objetos, pare generar la sensación de tres dimensiones”.

La explicación: “Las células de la corteza inferotemporal, situada al final de la vía visual ventral y encargada de analizar la identidad de los objetos en una escena, son insensibles a cambios en el tamaño del objeto, su orientación o su posición relativa”.


Distintas aproximaciones cromáticas de Monet para representar la catedral de Rouen.

5. La estructura

La técnica: Tal y como analizaron Gert Van Tonder y sus colegas de la Universidad de Kyoto, “el espacio aparentemente vacío del jardín está en realidad estructurado de forma implícita y presenta una simetría casi perfecta que se alinea críticamente con la arquitectura del templo que tiene al lado”.

La explicación: Hoy sabemos que el cerebro prefiere estímulos simétricos a estímulos asimétricos; los primeros siempre nos parecen más bellos, más atractivos”, explica Luis Martínez. La explicación a esta preferencia podría tener raíces evolutivas: “Las personas con mayor simetría también son más saludables, por lo que tienen una ventaja evolutiva”, sentencia el profesor del CSIC.


El visitante del jardín del Templo Ryoanji en Kyoto percibe una extraña sensación de armonía en un espacio que aparenta ser desigual.

Bonus track: El color, bis

El cuadro que abre el artículo es La Grenouillere, en el que Monet enseñó a Renoir cómo pintar el agua. Monet, cuenta Martínez, “utiliza una secuencia de colores muy característica: negro, amarillo, blanco y azul. El blanco y el negro tienen mayor contraste de luminancia que el amarillo y el azul”, lo que se traduce en una ilusión de movimiento, la misma, por cierto, que descubrió el neurocientífico Akiyoshi Kitaoka, ¡150 años más tarde!


Iñaki Berazaluce, Cómo los artistas aprovechan las peculiaridades del cerebro para engañar al ojo, Yorokobu, 25/02/2015

Visto y oído en la conferencia ‘Las bases neurológicas de la percepción artística’en el congreso de Creatividad y neurociencia cognitiva, organizado por el Instituto de Salud Carlos III.


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