La moralitat dels mercats.

Ayn Rand


Desde el punto de vista conservador, los mercados no solo son una forma útil de organizar la economía, son una estructura moral: a la gente se le paga lo que merece y lo que un producto cuesta es lo que de verdad vale para la sociedad. Se podría decir que, para quien de verdad cree en el mercado libre, conocer el precio de algo equivale a conocer el valor de algo.

El dinero moderno —consistente en trozos de papel, o su equivalente digital, emitidos por la Reserva Federal, no creados por los heroicos esfuerzos de los emprendedores— es una afrenta contra esa visión del mundo. Paul Ryan (líder intelectual del Partido Republicano) ha declarado públicamente que sus ideas sobre la política monetaria provienen de un discurso que da uno de los personajes ficticios de Ayn Rand (1). Y lo que afirma ese ponente es que el dinero es “la base de una existencia moral. Los destructores se apoderan del oro y entregan a sus propietarios un montón de papeles falsos (...) El papel es un cheque extendido por saqueadores legales”.

Cuando uno comprende que esto es lo que piensan en realidad muchos conservadores, todo encaja. Por supuesto que predicen que la expansión monetaria conduce al desastre, sean cuales sean las circunstancias. Por supuesto que se aferran a sus opiniones, por muy erradas que hayan sido sus predicciones en el pasado. Por supuesto que se apresuran a acusar a la Reserva Federal de tener motivaciones perversas. Desde su punto de vista, la política monetaria no es en realidad una cuestión técnica, una cuestión de ver qué funciona; es un asunto teológico: imprimir dinero es una maldad.

Paul Krugman, Locos por el dinero, El País, 14/02/2015

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