La supervivència dels més dèbils.


"Los más adaptados sobreviven y los que no desaparecen", dicen algunos como si hubieran inventado la rueda. A estos listillos se les olvida que lo que uno no puede conseguir sí mismo, como le ocurrió al profesor Stephen Hawking cuando le diagnosticaron su cruel enfermedad a los 21 años, se convierte en posible gracias a la "manada" o "tribu". Por lo tanto, lo que lo que aparentemente es una desventaja individual, puede convertirse en algo irrelevante gracias a la ayuda de los demás. Uno de los fenómenos más asombrosos y mágicos de la naturaleza al que me gusta llamar: "La Ley de Dependencia en la selva".

Las historias sobre manadas de elefantes o búfalos que dejan atrás a los débiles o enfermos no son del todo reales. Por ejemplo, en el parque nacional de Kruguer, unos turistas captaron cómo cinco leonas daban caza a un pequeño búfalo, separándolo de la manada y llevándoselo en dirección al río para comérselo. De repente un cocodrilo surge de las aguas y atrapa al búfalo cons sus mandíbulas. Cada uno tira para su lado luchando por quedarse con el cuerpo. Cuando estaban a punto de acabar con la presa, la manada de búfalos apareció de nuevo al completo en actitud agresiva. Milagrosamente el búfalo seguía vivo. Todos juntos consiguieron ahuyentar a las leonas y rescatarlo. Mediante la estrategia colectiva salvaron a la víctima de una muerte segura.

Tampoco es cierta la idea de que alguien con una discapacidad o enfermedad grave no puede sobrevivir en la naturaleza. En la entrevista que que el Redactor Jefe de Ciencia de EL Mundo, Pablo Jaúregui, realizó al primatólogo Frans De Waal meses atrás, éste le contó la anécdota de Peony, una chimpancé anciana que padecía artritis severa. El resto de los compañeros solían cuidarla y dar comida, con lo que vivió hasta su muerte sin problema alguno. Tampoco las minusvalías, como el caso de una macaca que nació sin extremidades, impidió que llevara una vida normal con el apoyo de sus congéneres. Lo asombroso es que no sólo pasó los días como cualquier otro primate de su especie, sino que también se reprodujo y tuvo varias crías. 

Pero contamos con evidencias de huesos de homínidos más cercanos en el tiempo al ser humano actual. La paleoantropóloga Ana Gracia ha analizado el cráneo de Benjamín o Benjamina, un niño de Homo Heidelbergensis que vivió en en la Sima de los Huesos (Burgos) hace medio millón de años. Benjamín nació con una enfermedad en el cráneo que acelera la fisura de los huesos del cráneo mientras el cerebro sigue creciendo. Suele provocar retrasos físicos y psicológicos. En la actualidad se opera mediante cirugía en los primeros meses de vida, pero los investigadores se quedaron sorprendidos de que Benjamín hubiera podido llegar vivo hasta la edad de diez años en aquel tiempo. Alguien tuvo que cuidarle. 

Otro de los casos más famosos es el de la pelvis (Elvis) y las vértebras de un anciano de Atapuerca, también en la Sima de los Huesos. Se constató que sufría problemas de espalda desde joven, lo que probablemente le impedía cazar o desplazarse. Algo fundamental para seguir vivo en aquella época en la que los grupos eran nómadas para perseguir a las manadas de ciervos o bisontes. Sólo el altruismo y la generosidad del grupo pudieron mantenerlo con vida. "Este hombre o no se movía del sitio, o usaba un bastón, o recibía ayuda de otros, si comía carne era porque otros se la daban y si se desplazaba era porque otros le asistían", cree el investigador del Centro de Evolución y Comportamientos Humanos, Alejandro Bonmati.

Los arqueólogos de la Universidad de Camberra Lorna Tilley y Marc Oxenham, han contabilizado 30 casos de este tipo publicados hasta la actualidad y están convencidos de que investigar el cuidado de la salud en la prehistoria es uno de los elementos culturales más importantes de nuestra especie y reveladores en lo que respecta a la vida de nuestros antepasados. Por ejemplo, ambos han estudiado el cuerpo de un hombre en Vietnam de hace 4.000 años con una grave enfermedad congénita llamada el síndrome de Klippel-Feil. Este hombre (Burial 9), se quedó paralizado de la cadera para abajo y las extremidades superiores desde la adolescencia. En una época y lugar donde el sustento se conseguía mediante la pesca y la caza, por fuerza tuvieron que ayudarle porque vivió diez años más después de la parálisis. 

No hay duda de que el trabajo en equipo y el altruismo recíproco nos han facilitado la vida desde hace millones de años. De hecho, la ayuda mutua ha caracterizado la historia evolutiva de la vida de los Homo sapiens desde sus orígenes. El matiz es fundamental, ya que muchos animales vivimos en sociedades cooperativas y el resultado de trabajo de todos es mayor que la suma individual de las partes por separado. Gracias al grupo, otros resultados son posibles. 

Pablo Herreros, Hawking y la ley del más débil, Yo mono, 24/01/2015

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