Enfocaments i perspectives.


Toda información incluye una perspectiva. Todo lo miramos desde algún punto, real o imaginario.

Se atribuye al torero Rafael El Gallo (1882-1960) una anécdota que explica muy bien este problema. El diestro sevillano había tenido una mala tarde en A Coruña (entonces La Coruña) tras un largo viaje, y deseaba salir de inmediato hacia Sevilla. Le recomendaron pernoctar allí porque Sevilla quedaba demasiado lejos, a lo que él contestó: “Sevilla está donde tiene que estar. Lo que está lejos es esto”.

Idéntica distancia hay entre Barcelona y Madrid que entre Madrid y Barcelona, pero no transmitimos exactamente el mismo mensaje si decimos “Madrid dista 620 kilómetros de Barcelona” que si afirmamos “Barcelona dista 620 kilómetros de Madrid” (o llevado al terreno político: “El Gobierno central está muy lejos del Gobierno catalán” en lugar de “el Gobierno catalán está muy lejos del Gobierno central”).

Si un alumno obtiene una nota de 9,5, podemos asegurar que casi ha sacado un diez. Pero si otro logra un diez, no diremos que casi saca un 9,5.


Y será más habitual señalar “ese bache que está cerca del portal” que “ese portal que está cerca del bache”.

El partido Nadal-Murray acaba con 6-3 y 6-0 a favor del escocés, pero en casi toda la prensa española se titula que Nadal perdió con Murray, mientras que la británica elegirá que Murray derrotó a Nadal.

Los enfoques dependen de nuestro sentido de la relevancia. Y suele parecernos más relevante lo grande que lo pequeño; más lo próximo que lo lejano.

Se informó hace días de que el paro había bajado en 64.405 personas durante el mes de diciembre, y los titulares de prensa recogieron esa opción. También habría sido posible destacar que “4.447.711 personas continuaron sin empleo”, claramente un número mayor; pero en periodismo la decisión sobre la relevancia no atiende sólo a lo grande frente a lo pequeño sino también a lo nuevo frente a lo viejo. No consideramos noticia lo que sigue como estaba, sino aquello que cambia: y lo que cambia es que algunos hallaron trabajo, no que otros muchos sigan sin él. Lo más relevante en periodismo es la novedad.

Sin embargo, algunas perspectivas se adoptan con cierta arbitrariedad o interés, como suele ocurrir con las cuentas de resultados de las empresas o con los datos de las audiencias; o como sucede con la famosa botella mediada. Podemos destacar que la mitad de la población apoya determinada ley, pero también que la mitad de la población la rechaza. Ahora bien, resultaría extraño destacar que el 30% está de acuerdo con algo y no que el 70% discrepa, puesto que tendemos a resaltar el porcentaje mayor.

Y de los porcentajes solemos extraer conclusiones. Si entre quienes logran trabajo hay un 63% con la secundaria hecha y la mayoría de ellos son licenciados, deducimos que sale a cuenta hincar los codos.

A tenor de esas reglas de la perspectiva, llama la atención la forma en que se ofrecieron los datos oficiales sobre los fallecidos en accidente de tráfico durante 2014: se insistió en que el 23% no llevaba puesto el cinturón de seguridad. Pero habría parecido más relevante señalar que el 77% de las víctimas sí se lo había colocado (lo cual no impidió que murieran). Y claro, si el 23% de los fallecidos no usaba el cinturón y el 77% sí, alguna gente creerá más peligroso abrochárselo que no hacerlo. Algo no funciona en ese mensaje entonces.

La perspectiva más ajustada se habría de proyectar en tal caso con doble referencia. Supongamos que el 90% de los automovilistas usa cinturón, y que el 10% no lo hace; y que sin embargo la proporción de fallecidos sin cinturón asciende al 23%; mientras que el porcentaje de las víctimas que sí se lo pusieron desciende al 77%. De ello se concluiría un mayor riesgo en prescindir de tal precaución. Y siguiendo el rastro de esos cálculos, podríamos llegar a deducir cuántos automovilistas se habrían salvado en caso de llevarlo puesto. Ésa parece una perspectiva más eficaz.

Si convivimos con gente capaz de no usar el cinturón, igualmente la habrá capaz de interpretar mal las estadísticas ambiguas, incluso de servirse de ellas para justificar su insensatez. El Gallo fue también quien dijo que hay gente pa to.

Alex Grijelmo, El influjo de la perspectiva, El País, 25/01/2015

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