Primatologia i violència de gènere.



Por mucha fuerza o inteligencia que exhibamos los machos, las hembras seguirán siendo las que tienen la última palabra. Hasta tiempos recientes se creía que la dominancia que ejercemos los hombres tenía como consecuencia inevitable la subordinación de las mujeres, pero ahora sabemos que ellas también poseen sus estratagemas para darle la vuelta a las cosas.

La teoría tradicional asume que lo más inteligente para los machos es tratar de reproducirse con el máximo número de hembras posible, mientras que para la hembra la estrategia consiste en centrar los esfuerzos en sacar adelante su descendencia. El argumento proviene de que para un macho producir espermatozoides no es costoso mientras que para las hembras desarrollar un óvulo sí lo es, especialmente si ya está fertilizado, porque conlleva grandes costes de tiempo y energía.

Por ejemplo, los machos de gorila controlan a todas las hembras de su harén constantemente. De esta manera se aseguran de que todos los hijos que nacerán son suyos. Pero las hembras también tienen sus métodos para escapar del despotismo del macho y copular con otros que desean.

Uno de los métodos más empleados es el engaño. Se ha observado cómo las hembras de gorila se esconden detrás de una piedra, asomando la cabeza para que el macho dominante crea que todo está bajo control. Pero en realidad, la hembra está copulando, a escondidas, con otro macho. Otra fórmula consiste en escapar del grupo por la noche y abandonarlo para infiltrarse en otro. Se cree que los criterios para emigrar que usan las hembras para elegir son la mayor seguridad y juventud.

Algo asombroso es la elección de padre a la que algunos datos apuntan. En especies de primates donde las hembras solo están receptivas sexualmente unas pocas semanas al año, estas copulan con varios machos en la época de celo. Algunos machos dominantes presionan a las hembras a copular con ellos. Lo que ha descubierto el primatólogo Cristophe Boesch es que las hembras detectan cuáles son los días exactos en los que son fértiles. Debido a que el esperma no se mantiene activo más allá de un par de días dentro del útero, la mayoría de los encuentros sexuales no fecundan el óvulo. Lo interesante es que en los 2-3 días de fertilidad real las hembras copulan con los que ellas desean realmente. De esta manera, ejercen un control sobre la natalidad y se aseguran de que el ganador es el padre que desean.

Las hembras también ejercen el poder y poseen una la llave para evitar la violencia dentro del grupo. Entre los chimpancés, algunos machos pueden llegar a ser muy violentos con ellas. El colectivo al completo puede ser víctima de la inestabilidad que provocan. En estas situaciones, las hembras y las crías son los miembros más vulnerables. Para contrarrestar esta amenaza, las hembras suelen aliarse entre sí y formar una coalición en contra de los agresivos, evitando de este modo salir perjudicadas.

Este fenómeno siempre me sorprendió con el paralelismo que tiene con los casos más graves de violencia de género. El agresor, antes de comenzar con el maltrato, trata de aislar a la víctima de su red social: familiares, amigos y compañeros de trabajo. De esta manera rompe las alianzas que la mujer posee con otras personas y que podrían acudir en su ayuda, como hacen las hembras de chimpancé. La lección que podemos extraer de estos datos es clara: hay que fomentar las alianzas entre mujeres y otros grupos discriminados históricamente. La redes sociales son la mejor garantía para que no se abuse de ninguna otra persona o grupo.

Pablo Herreros, Armas de mujer, Somos Primates, 07/11/2013

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