L'Església contra Galileu (I).

Esta imagen que el ilustrador belga Jean-Leon Huens realizó para la National Geographic Society apareció en la serie Cosmos de Carl Sagan y, en el libro basado en la misma, aperece la leyenda que incluimos:

 Galileo Galilei (1564-1642). En esta pintura de Jean-Leon Huens, Galileo intenta convencer a los escépticos eclesiásticos de que en la Luna hay montañas y de que el planeta Júpiter tiene varias lunas propias. La jerarquía católica no se dejó convencer. Galileo fue procesado por “sospecha grave de herejía”. Condenado gracias a un documento falsificado, pasó los últimos años de su vida bajo arresto domiciliario, en su pequeña casa de las afueras de Florencia. Galileo fue la primer persona que utilizó el telescopio en el estudio de los cielos.

  Galileo Galilei (1564-1642). En esta pintura de Jean-Leon Huens, Galileo intenta convencer a los escépticos eclesiásticos de que en la Luna hay montañas y de que el planeta Júpiter tiene varias lunas propias. La jerarquía católica no se dejó convencer. Galileo fue procesado por “sospecha grave de herejía”. Condenado gracias a un documento falsificado, pasó los últimos años de su vida bajo arresto domiciliario, en su pequeña casa de las afueras de Florencia. Galileo fue la primera persona que utilizó el telescopio en el estudio de los cielos.
Este corto párrafo, con su uso preciso de los adjetivos, y la propia ilustración, con ese gesto del cardenal, vienen a resumir la visión generalizada que hoy puede tener una mayoría respecto a las relaciones entre Galileo y la Iglesia Católica (IC) o, visto desde otro punto de vista, del inmovilismo de la IC con respecto a las novedades científicas, entonces y ahora. Pero, ¿realmente esto fue así? ¿No estaremos ante una combinación de falacia del historiador y presentismo? En esta anotación y las próximas exploraremos las circunstancias en las que se produjeron los descubrimientos de Galileo con el telescopio, la posición de la IC y cómo se desarrollaron los hechos en el contexto de la época. Dicha exploración, muy sencilla, pondrá de relieve hechos sorprendentes para algunos y, lo que puede resultar más interesante, nos permitirá reflexionar sobre cómo el conocimiento institucionalizado responde ante descubrimientos experimentales revolucionarios, aún aceptando la verosimilitud de dichos resultados experimentales. 

Empecemos por el principio, estableciendo los antecedentes. En anotaciones posteriores veremos los descubrimientos objeto de polémica y, finalmente, cómo se desarrolló ésta. 

El telescopio se inventó poco antes del año 1600 y Galileo empezó a usarlo para observaciones astronómicas en 1609. Galileo fue uno de los primeros en usarlo para este fin y, al hacerlo, descubrió muchos datos interesantes que influyeron notablemente en el debate entre los proponentes de la teoría geocéntrica (o ptolemaica) y la heliocéntrica (o copernicana). Publicó su primer conjunto de datos en 1610, y descubrimientos adicionales los años siguientes. 

Serían estos datos lo que llevarían a Galileo a verse envuelto en una disputa muy conocida con la IC, que hoy discutimos. Dicho esto veamos someramente la situación religiosa en la época de Galileo

No sorprenderá a nadie si digo que la IC prefería [la elección de este verbo no es casual] la teoría ptolemaica. Una de las razones para ello (pero no la única) tiene que ver con varios pasajes de las escrituras cristianas que sugerirían que la Tierra está estacionaria y que el Sol se mueve alrededor de ella. Por lo tanto, la disputa entre Galileo y la IC conlleva exégesis (interpretación) de los textos bíblicos. 

Lo que si puede que sorprenda a más de uno es la afirmación de que la IC tenía en esa época una dilatada historia de tolerancia (tolerancia no significa aceptación) con los nuevos descubrimientos científicos. Aquí, quizás debamos hacer un llamamiento a no confundir las actuaciones de la Inquisición en la España justo anteriores y en esta época, la de los Reyes Católicos y Carlos I, con las posiciones doctrinales de la IC en Roma. Así, por ejemplo, la IC no se oponía al sistema copernicano per se, siempre y cuando fuese visto, y enseñado, desde un punto de vista exclusivamente instrumentalista, lo que no contradecía a las escrituras. Lo que las observaciones de Galileo harían sería apuntar hacia el realismo de ese sistema. Pero lo que hemos de hacer notar es que la IC no se oponía a los nuevas ideas científicas y estaba dispuesta a reinterpretar la escritura cuando era necesario en función de los nuevos descubrimientos. 

Como lo anterior puede resultar llamativo es posiblemente conveniente también recordar que, la IC, a diferencia de los protestantes que sólo tienen las escrituras, tiene tres fuentes de doctrina: aparte de las escrituras, están la tradición y los padres/doctores. La existencia de las fuentes de doctrina adicionales le confiere a la IC cierta cintura interpretativa, extremadamente lenta, pero cintura al fin y al cabo. Es fácil comprobar cómo la IC ha ido cambiando posiciones respecto a muchos aspectos de la interpretación del universo a la vista de los nuevos conocimientos científicos a lo largo de los siglos. No es de extrañar pues que los creacionistas literalistas, por ejemplo, sean protestantes en su inmensa mayoría. 

A pesar de todo lo anterior, el comienzo del siglo XVII fue una época muy sensible para la IC. La Reforma Protestante había comenzado el siglo anterior, cuando la víspera de la festividad de Todos los Santos, el 31 de octubre de 1517, Martin Luther, siguiendo la costumbre universitaria, clavaba en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg las 95 tesis de la Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum. Desde entonces toda la maquinaria de la IC estaba dedicada a evitar la propagación de lo que consideraba posturas heréticas. Por lo tanto, los descubrimientos de Galileo llegaron en un momento en el que la IC era menos tolerante de lo que podría haber sido en otras circunstancias. 

Finalmente hay que decir que Galileo no buscaba el enfrentamiento. Galileo era un devoto católico y no pretendía en ninguna manera erosionar la doctrina de la IC. Por esto mismo no se tomó a la ligera la idea de que algunas de sus propuestas pudiesen ser heréticas. Galileo, como tendremos ocasión de comprobar, tenía auténticas diferencias de opinión sobre la exégesis bíblica, y estas diferencias jugarían un papel fundamental en el desarrollo de los acontecimientos.
 


César Tomé López, Galileo vs. Iglesia Católica redux (I): Antecedentes, Cuaderno de Cultura Científica (kzk), 27/08/2013

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