Els intel.lectuals.

 

Los intelectuales solemos carecer de ese tacto o delicadeza necesarios para  describir respetuosamente las cosas, apenas acariciándolas.  Nos falta ese arte que eventualmente nos permitiría coger  un animalito o una fruta madura sin presionarlos más de  la cuenta a riesgo de espachurrarlos. Casi siempre oprimimos  demasiado, y nos encontramos en las manos únicamente el  jugo, la ganga o la osamenta de aquello que sólo pretendíamos definir. No sabemos dar con el momento preciso en  que deberíamos detenernos en la compre(n)sión de los fenómenos a fin de no acabar violentándolos. A esta difícil  probidad intelectual se oponen nuestras bajas pasiones  teóricas, siempre sedientas «de explicaciones exhaustivas»,  «de análisis desmitificadores», preocupados como estamos  por demostrar que, al fin y al cabo, «todo se reduce a...» (y  aquí podéis poner lo que queráis: todo es Economía o Psicología, todo es Resentimiento, todo Sexo o todo Geoestrategia). A la postre –pienso– la vida respeta en algunasocasiones nuestras teorías, pero con frecuencia acaba por  burlarlas todas.
Xavier Rubert de VentósDemonios íntimos, Alfaguara, Barna 2012

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