Els límits del nostre cervell primat.

Nuestro sistema se está saturando y a través de la tecnología no damos las respuestas correctas a la nueva estructuración. La crisis actual de mercados, la sistémica a nivel de formación social, así como la evolutiva, nos sitúan en un escenario de colapso. Éste, caracterizado por la incapacidad de transformar tanto el conocimiento en pensamiento, como éste en acción, y lo que es más importante, sin saber razonar acerca de cómo hemos llegado hasta aquí, se puede expresar en una purga demográfica y conducirnos a nuevas formas de organización.

El análisis estructural de cómo se produce el incremento de sociabilidad en nuestro género es el mecanismo que nos permite tener elementos de base para esta explicación. La humanidad ha ido evolucionando y desarrollándose a lo largo del tiempo con una serie de mecanismos ligados a la adaptación, a través de adquisiciones de tipo técnico y cultural, que le han permitido aumentar la complejidad de sus interacciones.

Las emergencias o descubrimientos que incrementan nuestra sociabilidad sólo son exitosos cuando estos se generalizan y pasan a formar parte del acervo colectivo, convirtiéndose en conductas compartidas por la mayoría de especimenes de las poblaciones. De esta manera, lo que es algo particular y singular, si es efectivo, acaba convirtiéndose en algo común y compartido, en algo socializado.

El tiempo que existe entre emergencia y socialización es el período de afianzamiento y metabolización social. Sin ésta es imposible que una población alcance la experiencia necesaria para incorporar esta adquisición con éxito. La disminución exponencial de este período es lo que puede provocar la catarsis evolutiva y el colapso.

La revolución cientificotécnica ha puesto en cuestión tanto los sistemas económicos como la estructura social del Homo sapiens en el planeta. Ha agudizado la contradicción entre nuestra biología primate y nuestra inteligencia humana hasta alcanzar cotas desconocidas. Así el colapso se produce como consecuencia de esta situación que nuestro cerebro primate aún no puede gestionar. Tras él, en el siglo XXI, es posible que se abran las puertas a una humanidad más trascendente, que construya a través de la conciencia operativa, y que no se deje llevar por su etología animal, más o menos adaptada a sus condiciones tecnológicas y al conocimiento científico.

Quizás, el Homo sapiens deje de serlo y la humanidad entienda que no hace falta provocar las crisis para crecer y readaptarnos, sino que solamente es necesaria una consciencia operativa socializada para evitar un nuevo colapso.

Eudald Carbonell, Evolución y colapso (y8), Sapiens, 13/10/2012

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