Humanitat i instint de llenguatge.

En múltiples ocasiones me he referido aquí a la fuerza de esa expresión con la que el pensador americano Steven Pinker titula uno de sus libros: "Instinto de lenguaje".

Añadido a los instintos de conservación propiamente animales el instinto de lenguaje singulariza al animal humano (instinto que-asunto que tocaré otro día- no está claro que respondan a la polaridad individual- específico). Mas como ocurre con los demás instintos, también el instinto de lenguaje se debilita, sea por contingencias exteriores, sea por razones propias al juego de la vida. Y los primeros síntomas de tal debilidad consisten en la instrumentalización de la propia lengua, en la reducción de su uso a aquellas funciones en las que efectivamente es equivalente a un mero código para el intercambio de información. 

¿Que puede hacer que se debilite el instinto de proteger la lengua, el instinto de proteger lo que es a la vez matriz y cobijo? Pues que en la complejidad de la comunidad humana, la dialéctica entre los hombres haga que primen otras variables. Así cuando las condiciones de la subsistencia están amenazadas la polaridad riqueza- pobreza (o sus análogos y derivados como el de sociedad fabril- sociedad agraria etc) pasa a primer plano. No hay entonces tiempo para prestar alguna atención a lo esencial y menos aun para focalizarse en ello. El auténtico dar la espalda al ser ( ese "olvido" al que se refiere Heidegger), de ser cierto que en la palabra está lo genuino del hombre. 

Víctor Gómez Pin, Cuando la propia lengua empieza a repudiarse, El Boomeran(g), 23/10/2012

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