Sermons laics.

Thomas H. Huxley
La pasada Semana Santa se comentó la posibilidad de realizar en Madrid una procesión laica, a manera de protesta y como alternativa a las procesiones religiosas del momento. La autoridad prohibió la marcha, pero algunos colectivos han denunciado en los juzgados el intento de llevarla a cabo y creo que una juez ha abierto diligencias a los proponentes (me pregunto cómo pueden condenarse los deseos de realizar algo, si pides permiso y al negártelo desistes).

El intento me ha recordado una anécdota protagonizada por Thomas H. Huxley, el llamado “dogo de Darwin”, hace casi 150 años.La Inglaterra de mediado el siglo XIX era muy fundamentalista en lo religioso, de manera que los domingos estaba prohibida cualquier actividad y resultaban tremendamente aburridos. Dickens se refirió a los domingos “tristes y cerrados” de un Londres negro de hollín, donde “todo lo que podía aliviar a unos trabajadores extenuados” estaba cerrado. En esa tesitura surgieron iniciativas que animaban a abrir los museos y organizar conciertos en el “día del Señor”. Así, un Señor Morrell fundó la Liga Nacional de los Domingos, que reclamaba se permitieran entretenimientos de altura; no contento con eso, fundó un periódico (The Sunday Review) que aparecería los domingos, para que en esos días sagrados al menos se pudieran leer las noticias. La Liga de los Domingos tuvo algunos éxitos temporales, no sin fuerte rechazo.

Por ejemplo, en 1856 se permitió a las bandas militares tocar en los parques durante el fin de semana. A ello respondió el obispo de Canterbury asegurando que mientras hubiera conciertos dominicales no podría garantizar la religiosidad del país. En consecuencia, la música fue prohibida de nuevo. En tal trance, Thomas Huxley, inteligente y genial polemista, decidió dar una conferencia sobre la evolución darwiniana en la tarde del domingo 7 de septiembre de 1866. ¿Cómo hacerlo sin que se lo impidieran? Se le ocurrió vestirla de oficio religioso. Así, hubo canciones al principio, canciones al final, y un sermón evolucionista en medio.

Advertida la policía por integristas que exigían el arresto del que consideraban provocador, no sabía de qué acusarlo, y acabó utilizando una vieja ley para denunciarlo… ¡por desorden en su casa! Los tribunales desestimaron la acusación, lógicamente, como espero acabe ocurriendo con la denuncia de Madrid. Años más tarde Huxley recopilaría sus conferencias bajo el título Sermones laicos.

Miguel Delibes, Thomas Huxley y la procesión laica, Público, 14/05/2011

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Percepció i selecció natural 2.

Gonçal, un cafè sisplau

"¡¡¡Tilonorrinco!!! ¡¡¡Espiditrompa!!!"