Déu i el mal.




¿Dónde está Dios ante el mal? Es la gran pregunta. Se escucha que también en la experiencia del mal se puede encontrar a Dios. El poeta César Vallejo escribió en Heraldos negros: "Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo / grave". Si no hay nada más sucio que hacer sufrir al pobre, el Dios de los ricos no puede ser el de los pobres. Tampoco al que clamó Benedicto XVI en su visita a Auschwitz ("¿por qué, Señor, has tolerado esto?") es el mismo que el Ser Supremo (Dios, Alá, Yahvé, Buda, etcétera) del que habló Epicuro. (...)
El problema de fondo es la incompatibilidad de dos atributos de Dios: bondad y omnipotencia. No es teodicea de primero de seminario sobre un texto de Tomás de Aquino, sino pensamientos que vienen de Epicuro, en una formulación que debería angustiar a los estudiantes del Astete por poco que hayan reflexionado: Dios, frente al mal, o quiere eliminarlo pero no puede (1); o no quiere (2); o no puede y no quiere (3), o puede y también quiere (4). En el primer caso, Dios no sería omnipotente; en el segundo, no sería bondadoso o moralmente perfecto; en el tercero, no sería ni omnipotente ni bondadoso o moralmente perfecto, y en el cuarto, Epicuro plantea la pregunta acerca de cuál es el origen de los males y por qué Dios no los elimina. El ateo Voltaire se preguntó lo mismo tras el terremoto que destruyó Lisboa en 1755.
Juan G. Bedoya, ¿Algo nuevo sobre Dios?, Babelia, El País, 03/04/2010
http://www.elpais.com/articulo/portada/Algo/nuevo/Dios/elpepuculbab/20100403elpbabpor_18/Tes?print=1


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