L´actitud paternalista.


El paternalismo consiste en sustituir esa capacidad de error y maldad que tipifica a cada individuo (y a la que podemos llamar libertad) por la providente buena voluntad de unos funcionarios que saben lo que nos conviene mejor que nosotros mismos. La actitud paternalista ayuda a quien no lo había pedido, peor, a quien no quería ser ayudado ni en broma y se empeña en que el ciego cruce la calle aunque se defienda a bastonazos. Pero no toda la culpa la tienen los pobres funcionarios, claro. Hay una insidiosa demanda general de paternalismo: “... y no nos deje caer en la tentación”. O como diría Schopenhauer: “¡Por favor, no me permitas ser quien soy ni mucho menos quien quiero ser!” La injerencia paternalista cuenta con la complicidad de todos los entusiastas del “no le deje, oblíguele, es por su bien”.

Fernando Savater, Paternalismo, El País Semanal, 23/09/1990

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