Como es falso, parece verdadero

Me he dado cuenta de que existe una profunda diferencia entre lo falso hecho a la sombra de las catedrales y lo falso hecho a la penumbra de las pantallas de televisión. Los medievales falsificaban para confirmar una autoridad, un orden, un consenso colectivo. Y lo hacían con desenvoltura, ya que no existían técnicas seguras para desenmascarar lo falso.
Los contemporáneos (no ya las abadías o los feudatarios, sino los servicios secretos, los pasillos ministeriales, los subterráneos del poder legal y del criminal) saben en cambio que lo falso que elaboren será desenmascarado en breve plazo, puesto que los sistemas de información se autocontrolan mutuamente, y por lo tanto no piensan para nada en falsificar alguna vez para hacer creer algo. Falsifican a ráfagas, producen falsedades en cadena, sabiendo que siempre serán reconocidas como tales, y tanto mejor, porque el fin no es el producir orden, confianza, consenso, sino desorden, desconfianza y turbación. No falsifican para que se crea que alguien ha dicho la verdad, sino para difundir la sospecha de que ya nadie dice la verdad. Para indicar esta técnica tenemos un término que a los medievales les habría costado bastante entender: desestabilización.
El mundo moderno creía que había elaborado, desde Lorenzo Valla en adelante, potentes técnicas para desenmascarar la mentira. No sabía que se puede mentir también difundiendo mentiras que todos reconocemos como tales. Basta con dejar caer en el pasillo apropiado, fingiendo distracción, documentos verdaderos para que alguien los difunda y luego decir que eran falsos. Basta con hacer llegar a una persona crédula un documento falso, dejarle que lo haga público y después destruir su credibilidad. Basta con inducir a un testigo a contradecirse varias veces, para ganar así la fe en cualquier testimonio suyo. Basta con hacer sospechar que todos los documentos secretos dels megacomputer pueden ser alterados, y se desconfía del ordenador eternamente.
Muchas veces no hace falta ni pagar sicariosadultos. Basta con dejar jugar a los niños.
Umberto Eco, Como es falso, parece verdadero, La Vanguardia, 26/08/1986

Comentaris

Houssam Lakios ha dit…
Crec que aquesta és la que s'acosta mes al que diu Bunge, perque ho crec? Ara ho escriuré. Com diu el senyor Bunge, "els polítics no triomfen per la mida de les seves mentides sinó per
l'abilitat de fer-les passar per veritats" això té una sèrie de semblances amb el text de Umberto Eco, com ara allà on diu que no menteixen, sinó que com saben que segur que els descobriràn les falsedats o mentides, el que fan es desestabilitzar(crear confosió a la gent)la societat creant mes falsedats. Els polítics prometen a la gent veritats a mitges o
mentides amb les quals confondre i enganyar la societat.
ed... ha dit…
En relacion co nel texto de Mario Bunge, yo creo que el que mas comparable es al de Umberto Eco.
Que nos dice que lo facinante de una mentira no es que no sea cierta sino que la lleguemos a entender como verdadera, si durante nuestra educacion llegamos a diferenciar entre lo bueno y lo malo, ahun no sabemos la diferencia entre que alguien te diga la verdad o la verdad retocada.

EDSON MATIENZO...
Dani Samaniego ha dit…
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